Una de las competiciones más vibrantes es sin duda la NCAA, la liga americana de las universidades. Las gradas, repletas de jóvenes que se dejan la garganta en cada jugada, y las pistas, llenas de jugadores jóvenes con ganas de comerse el mundo que se dejan la piel en cada jugada. No es la mejor liga técnicamente, pero si una de las más emocionantes por su eléctrico ambiente. Pero al igual que en la NBA, también hay lesiones. En 2013, Kevin Ware mostró al mundo una de las imágenes más espeluznantes de los últimos tiempos.
Cada marzo llega el March Madness, la locura de marzo. Los mejores collegues de la NCAAB se enfrentan en eliminatorias por divisiones a partidos únicos para llegar a la Final Four, donde cuatro universidades se disputan el título nacional. Una locura absoluta.
Era un buen 3 de abril de 2013 el día en el que se enfrentaban dos grandes universidades como los Duke Blue Devils de Mike Kryrzewski contra los Louisville Cardinals de Rick Pitino en el Elite Eight. Los Cardinals iban a eliminar a todo un histórico, de hecho acabarían proclamándose campeones de Estados Unidos, pero no todo iban a ser buenas noticias.
Kevin Ware, sophomore escolta suplente, saltaba en una jugada sin choques ni encontronazos para, al impactar sus piernas al suelo, su tibia se fracturase de forma salvaje. En un primer momento solo se veía al jugador en el suelo con un clarísimo movimiento de dolor. Lo peor venía después. Se veía su pierna derecha, prácticamente colgando, como si estuviese a punto de desprenderse. Sus compañeros y entrenadores se encontraban devastados. Una lesión así puede perfectamente costarte la carrera, además del brutal impacto visual. La desesperación sacudía Louisville.
Las imágenes de la lesión se propagaron como la pólvora y su fama aumentó, aunque no por algo que Ware quisiera. Todos los diarios anunciaban la terrible lesión. El mundo del baloncesto se estremeció. Una lesión prácticamente inhumana.
Nadie sabía si Ware volvería a jugar al baloncesto, pero la siguiente temporada, después de que sus compañeros le dedicasen el título, aparecía en las fichas de los Cardinalds. En noviembre, en un partido como locales frente a Pikeville, de repente un jugador pedía cambio. Nadie lo esperaba. Kevin Ware volvía a vestirse de corto ocho meses después. La grada aplaudía y rugía su nombre, y cuando el escolta tocó el primer balón anotó un triple, como no podía ser de otra manera.
Esa temporada, Ware apenas jugó para los de Pitino. Seguía cogiendo ritmo y trabajando para estar al máximo. Además en enero de esa campaña recibió un golpe en la misma tibia que se fracturó, tuvo que volver a ser operado y recibió la redshirt (cómo si no contase esa temporada en los libros).
Para recuperarse de forma óptima y obtener la confianza que tanto necesitaba, Ware pidió el transfer para su tercera temporada y se marchó a los Georgia State Panthers, donde sería más importante y estaría más cerca de su familia. Ahora, ya en su última temporada como universitario, Ware promedia más de 30 minutos y 16.5 puntos por encuentro. Toda una historia de superación, de pasar de una lesión horrible que parecía acabar con su carrera (dos veces) a renacer cerca de su hogar.
Fuente: Lake, Thomas. Artículo publicado el 20 de junio de 2015 en si.com
Fotografía: Spurlos, B. (2013) Kevin Ware suffered a gruesome injury in Louisville's win over Duke [fotografía] Recuperado de http://bleacherreport.com/articles/1590667-should-louisville-have-continued-playing-after-the-injury-to-kevin-ware
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